El cloro, es una sustancia muy irritante que se utiliza para desinfectar el agua, dado su poder oxidante y su capacidad para eliminar los microorganismos que viven en ella. Es por esta razón que está presente en el agua que consumimos directamente del grifo y en el de las piscinas. Y también en mucho detergentes.
Es frecuente que en las piscinas muchas personas puedan sufrir irritación de los ojos cuando se bañan. “Han echado demasiado cloro”, suelen decir. Lo cierto es que el cloro también ejerce un efecto oxidante en la piel, el pelo y las mucosas; y en dosis excesivas son muchas las personas que muestran una reacción de sensibilidad como la ya señalada o incluso picores y sequedad de piel. Sin embargo, esto no tiene por qué ser necesariamente una reacción alérgica al cloro. Aun así, hay que decir que una exposición continuada a un exceso de este elemento desinfectante puede generar finalmente una alergia.
Las personas que son alérgicas al cloro lo son también a las pequeñas concentraciones que se encuentran en el agua del grifo y su organismo reacciona tanto si la beben, como si se duchan o utilizan ropas que se han lavado con esta agua o con detergentes que contengan cloro, e incluso si inhalan los vapores que genera este elemento. Los síntomas son inequívocos:
- Mareos, náuseas e incluso vómitos.
- Desorientación.
- Malestar general.
- Dolor de cabeza.
- Tos y estornudos.
- Problemas respiratorios similares al que produce una crisis asmática.
- Aparición de eccemas.
- Picor de piel.
- Irritación de ojos, con picor, enrojecimiento excesivo e inflamación.
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Sequedad de piel.