La práctica de ejercicio físico es una de las principales estrategias no farmacológicas para envejecer de forma saludable y mejorar la calidad de vida. El ejercicio conlleva efectos beneficiosos sobre aspectos psicológicos y físicos en personas mayores y es, a día de hoy, el principal factor de protección frente a enfermedades asociadas con la edad. Por ello, es importante realizar ejercicio tanto aeróbico como anaeróbico:
- Las actividades anaeróbicas son breves y de gran intensidad para desarrollar fuerza y potencia. La práctica de estos ejercicios ayuda a fortalecer la masa muscular y prevenir la osteoporosis, así como a mejorar su autonomía.
- Las actividades aeróbicas son moderadas y de mayor duración en el tiempo para lograr resistencia. Caminar o nadar son ejemplos de esta actividad.
De forma general, las recomendaciones en mayores de 65 años son:
- Actividades anaeróbicas o de fortalecimiento o musculación, como por ejemplo el movimiento de peso, 2 o 3 días a la semana, 1-3 series de 8-12 repeticiones cada una incluyendo 8-10 grupos musculares.
- Actividades aeróbicas o de resistencia durante al menos 75 minutos a la semana. La mejor forma es en bloques de entre 10 a 30 minutos repartidos durante la semana.
Las personas que presentan movilidad reducida es fundamental que realicen ejercicio físico al menos 3 días a la semana para mejorar su equilibrio y evitar caídas.
El ejercicio físico también juega un papel muy importante en la salud neuropsicológica, mejorando el patrón del sueño, la salud cognitiva y los estados depresivos.
Mantenerse activo aporta efectos beneficiosos a nivel cardiovascular, respiratorio y anímico, y además ayuda a que se puedan llevar a cabo actividades diarias como levantarse, subir escaleras o ir a la compra.
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