Se define como implante osteointegrado todo implante dental que una vez colocado en el hueso permanece fijo y carece de movilidad, sin que, a pesar de la carga funcional (masticatoria) que se ejerce sobre éste, exista ningún punto de holgura entre el hueso y el implante de titanio. Conviene aclarar que el implante es una pieza creada en una aleación de titanio puro, sobre el que posteriormente se fija la prótesis dental que sustituirá al diente perdido; en otras palabras, el implante cumple la misma función que la raíz del diente.
El titanio, al entrar en contacto con el aire se oxida de forma casi instantánea, de tal modo que la superficie del implante se transforma en óxido de titanio.
Por otra parte, la dureza y resistencia del titanio hacen de él un material muy adecuado, como ya se ha demostrado en el caso de la implantación de prótesis óseas (cadera, rodilla, etc.) que se con él se fabrican. En el caso de los implantes dentales, estos pueden soportar importantes cargas oclusales (presión entre las dos arcadas dentales) ya que tienen un comportamiento muy similar al del hueso.
El uso de implantes osteointegrados permite reponer cualquier pieza dental que se haya perdido recuperando a plena satisfacción tanto la funcionalidad de la pieza a la que sustituye como la estética de la boca. Esta técnica quirúrgica es igualmente válida y con los mismos resultados en el caso de que el objetivo sea el de reponer la totalidad de los dientes, en este caso los implantes osteointegrados servirán de soporte a la colocación de una prótesis dental completa y fija.
La colocación del implante osteointegrado se realiza mediante un procedimiento quirúrgico para su inserción en el hueso y posterior sutura del tejido de la encía de modo que su parte superior pueda o no quedar expuesta. Normalmente, antes de la colocación de la prótesis dental debe transcurrir un tiempo de 3 a 4 meses en el caso del maxilar inferior y de 4 a 6 meses en el del maxilar superior, para que el implante esté libre de cargas y se haya completado el proceso de cicatrización de todos los tejidos, hueso incluido.
No obstante, en la actualidad se está empezando a utilizar una nueva técnica denominada osteointegración dinámica que permite en el mismo acto colocar el implante (implante de carga inmediata) con una prótesis provisional, aunque funcional, que más adelante se sustituye por una definitiva. Sin embargo, no todas las personas que necesitan un implante dental pueden acceder a esta técnica. El bruxismo, una maloclusión, la falta de espacio entre los dientes adyacentes, enfermedades periodontales y la existencia de problemas en las piezas vecinas son algunas de las contraindicaciones.
Hay que señalar, finalmente, que el porcentaje de éxitos logrados en la colocación de implantes osteointegrados se sitúa en torno al 97,5%. La no osteointegración del implante puede ocurrir por diferentes causas:
- Infecciones que pueden surgir en cualquier momento del tratamiento (periimplantitis y mucositis periimplantaria) y que afectan a los tejidos blandos que rodean el implante. Es imprescindible mantener una muy cuidada higiene bucal mientras se desarrolla el proceso de osteointegración.
- Problemas de cicatrización por diferentes causas (falta de riego o micromovimientos del propio implante).
- Por sobrecarga, es decir, cuando la fuerza a la que se somete al implante es superior a la que puede resistir el hueso en el que está insertado, lo que puede ocurrir, entre otras razones, a causa de una prótesis mal diseñada.