Se conoce como síndrome de la boca ardiente a cualquier sensación de ardor, picor, hormigueo o dolor, que aparece en la lengua o la mucosa oral, ya sea de forma continua o pulsada. Generalmente afecta a la lengua, aunque los síntomas pueden extenderse a otras zonas de la boca, como el interior de las mejillas o el paladar. El problema es que con mucha frecuencia el aspecto de la cavidad oral es normal, por lo que resulta muy complicado establecer un diagnóstico preciso y, por tanto, identificar sus posibles causas, que pueden ser patológicas (síntomas de ciertas enfermedades), mecánicas (problemas dentales) o psicológicas. Sin embargo, en algunos casos no se llega a identificar la causa y se considera que es una enfermedad en sí misma, a la que se denomina estomatodinia.
Es habitual que las personas que sufren este tipo de molestias no visiten al médico a no ser que los síntomas sean muy molestos o perduren en el tiempo, en cuyo caso suelen consultar inicialmente con el odontólogo. Éste observará si existen lesiones visibles que justifiquen las molestias (llagas, inflamación, color anormal de la lengua, problemas dentales, gingivitis, prótesis dental mal colocada, sequedad de boca, etc.). Asimismo, en caso de que no se identifiquen afecciones de la boca que las justifiquen, deberá indagar acerca de la existencia de otros síntomas, hábitos de vida (tabaquismo) e historial médico del paciente para poder determinar otros posibles orígenes y, en su caso, derivarlo al médico de cabecera para que realice otras pruebas que permitan establecer la posible etiología del síndrome de la boca ardiente (anemia, déficit de ciertas vitaminas, infecciones bacterianas o fúngicas, reflujo gástrico, diabetes tipo 2, alergias alimentarias, estrés, etc.).
Un correcto diagnóstico es fundamental a la hora de definir el tratamiento dirigido a aliviar los síntomas, ya que éste variará en función de cuál sea la causa y no existen medicamentos no otro tipos de terapia de acción estrictamente sintomática. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones se necesita tiempo para que desaparezcan las molestias orales causadas por el síndrome de la boca ardiente y que el estrés psíquico puede contribuir a exacerbar los síntomas o a ralentizar el proceso de curación.