Si una alimentación equilibrada es esencial para tener una buena salud general, no lo es menos para la salud bucodental, ya que existe una estrecha relación entre los malos hábitos alimentarios y las enfermedades dentales. La comida rápida o los alimentos precocinados son claros ejemplos de esta relación ya tienen una elevado contenido de azúcares y otros hidratos de carbono, que son alimentos que favorecen la proliferación de las bacterias cariógenas y, por tanto, de la formación de caries.
Éste es un factor muy importante, ya que lo habitual es que todos los componentes de una misma familia sigan el mismo tipo de alimentación, por lo que los malos hábitos de los padres se trasladarán con toda seguridad a los hijos. De hecho la incidencia de caries e incluso problemas severos de destrucción dentaria que hacen necesaria la práctica de una ortodoncia en los niños ha aumentado de forma significativa en los últimos tiempos. Hay niños que tienen su primera caries antes de cumplir los dos años de edad.
La alimentación de la madre durante el embarazo es fundamental de cara a la formación de los dientes, que se inicia en la sexta semana de gestación, por lo que el exceso de azúcares y el abuso de la denominada comida basura afectan al proceso de calcificación de los dientes del feto y con ello se incrementa la probabilidad de que el niño desarrolle caries.
Asimismo, los odontólogos recomiendan no prolongar la lactancia, ya que el elevado contenido de lactosa –un azúcar– de la leche materna puede favorecer la aparición del denominado síndrome del biberón o caries del lactante, que se caracteriza por una rápida destrucción de los dientes temporales, lo que llega a causar problemas funcionales tanto en lo que respecta a la masticación como a la fonación.
Es fundamental una correcta limpieza dental
Las bacterias que se alojan en la cavidad oral y en especial aquéllas implicadas en la formación de caries se alimentan fundamentalmente de los azúcares y los carbohidratos que se ingieren con los alimentos, por lo que su presencia favorece la proliferación de estos microorganismos. Si todo ello no se contrarresta con una adecuada higiene bucodental, la aparición de caries es un hecho más que probable. Además la limpieza de los dientes puede no ser suficiente si no se lleva a cabo inmediatamente después de ingerir este tipo de alimentos. Por otra parte, las bebidas carbonatadas tienen un grado de acidez que ataca al esmalte dental.
Si se tiene en cuenta la salud dental, la dieta alimenticia, además de limitar y controlar el consumo de carbohidratos y azúcares a lo esencial, debe ser rica especialmente en dos nutrientes: el flúor, que es un factor protector frente a la caries y ayuda a reforzar la estructura dental, y el calcio, necesario para mantener la mineralización de los dientes.
Otras patologías dentales que se ven favorecidas por hábitos alimentarios inadecuados son la enfermedad periodontal y la maloclusión dental. La primera por las mismas causas que el desarrollo de caries, ya que el aumento de la placa bacteriana favorece la aparición de infecciones que afecten a las encías. Y en el caso de la maloclusión, luego requerirá un tratamiento de ortodoncia por la confluencia de dos factores: una función masticatoria inadecuada y una alimentación deficitaria en los nutrientes necesarios que puede comprometer el desarrollo de la mandíbula impidiendo que los dientes adquieran su posición correcta.