El zafiro es probablemente el material que mayor impacto ha causado en los tratamientos de ortodoncia por su alto rendimiento estético, ya que al ser altamente translúcidos los brackets fabricados con este tipo de cristal apenas son perceptibles cuando el que los lleva habla o sonríe. Otro factor importante a tener en cuenta es que son muy resistentes, más que otros materiales utilizados en la ortodoncia estética, como el circonio, la cerámica o la polisulfona.
Asimismo, otra de sus características importantes es que no se tiñen con los pigmentos contenidos en los alimentos y tampoco se manchan con hábitos que, como sucede con el tabaco o el alcohol, pueden cambiar la coloración de la porcelana o de otros materiales.
En este caso, los aros son de metal, pero se suele recubrir con teflón blanco, lo que los hace prácticamente imperceptibles. No obstante, algunos ortodoncistas prefieren dejar el metal a la vista para reducir la fricción de los aros sobre la superficie dental, ya que puede acabar dañando el esmalte de los dientes.
La transparencia de este material y el recubrimiento de teflón hace que este tipo de ortodoncia estética sea especialmente recomendable para la realización de la ortodoncia en personas que tienen los dientes muy blancos, ya que en los que tienen una coloración más amarillenta los brackets pueden resaltar en exceso.
Por el contrario son poco recomendables si se practica habitualmente algún deporte de contacto, dado el riesgo de que por su dureza puedan causar algún daño en los dientes, aunque siempre cabe la posibilidad de utilizar protectores bucales de los que se venden en las tiendas de material deportivo.
Pese a todo, la ortodoncia estética con brackets de zafiro tiene también sus desventajas, entre las que cabe señalar el precio, al resultar los aparatos más caros que si están hechos de otros materiales. También hay que decir que el aparato es ligeramente más grande que los tradicionales y, por último, que la duración del tratamiento suele ser superior a la de estos.