Las infecciones intestinales constituyen uno de los trastornos más habituales del verano, principalmente a causa del calor y los cambios en los hábitos de vida y especialmente los de alimentación.
Lo más frecuente es que estos trastornos intestinales estén causados por el consumo de alimentos en mal estado, bien porque no han sido cocinados adecuadamente, se han dejado demasiado tiempo a temperatura ambiente o, en el caso de los alimentos crudos como las ensaladas, no se han lavado previamente o se ha hecho con agua contaminada.
Es lo que habitualmente se conoce como una intoxicación alimentaria, que puede manifestarse de diferentes formas:
- Diarrea aguda: tiene un periodo de incubación de dos a tres días y se caracteriza por la necesidad de realizar tres o más deposiciones al día, generalmente muy líquidas, aunque esto siempre es así.
- Gastroenteritis: es un cuadro de diarrea aguda que se acompaña de náuseas y vómitos, dolor abdominal que mejora con la deposición y a veces incluso fiebre y presencia de sangre en las heces.
- Salmonelosis: es una de las intoxicaciones alimentarias más agresivas, causada por alimentos contaminados con heces de animales que contienen una enterobacteria denominada Salmonella (por ejemplo, en huevos que no han sido lavados antes de romperse y ser utilizados para elaborar alimentos como la mayonesa). Además de los síntomas de una gastroenteritis produce fiebre alta, escalofríos y dolores musculares. Los primeros síntomas pueden aparecer a partir de las ocho horas de haber ingerido el alimento contaminado.
- Síndrome urémico hemolítico (SHU): suele deberse a la ingesta de carne mal cocinada contaminada con la enterobacteria Escherichia coli 051. Y puede llegar a causar una insuficiencia renal crónica. Los niños son los más sensibles a esta intoxicación alimentaria.
Otro de los factores importantes de estos trastornos intestinales del verano es que pueden producir un cuadro de deshidratación y desmineralización, ya que con las deposiciones y la fiebre el organismo pierde mucha agua, iones y minerales. Por ello es importante que, además de una dieta de las denominadas astringentes se beba agua a pequeños sorbos y constantemente y se recurra a la limonada alcalina o a los preparados de rehidratación rápida que se venden en farmacias.
Prevención de los trastornos intestinales
Los trastornos intestinales del verano, como cualquier otra infección, se pueden evitar siguiendo las siguientes recomendaciones:
- Lavar los alimentos que se consumen en frío poniéndolas en agua con unas pocas gotas de lejía o vinagre (vegetales y huevos).
- Poner atención a las fechas de caducidad de los alimentos envasados, especialmente si se trata de carnes, pescados o precocinados.
- Seguir unas pautas correctas para la conservación de los alimentos, cocinados o no. Siempre tapados y en el frigorífico.
- No dejar los alimentos cocinados a temperatura ambiente más tiempo del imprescindible.
- Evaluar las condiciones higiénicas de los bares u restaurantes a los que se va a comer, teniendo también en cuenta las normas de manipulación de alimentos (uso de guantes, conservación en frío y a cubierto, etc.). Si no ofrece garantías suficientes, mejor no comer nada.