La intolerancia a la lactosa se define como la incapacidad del sistema digestivo para digerir la lactosa, un azúcar que se contiene la leche y los derivados lácteos. Y ello ocurre porque el intestino no produce la cantidad suficiente de un enzima denominado lactasa. Se trata de un cuadro clínico que aparece en la infancia y se mantiene en el tiempo, aunque el momento varía si se trata de niños prematuros o nacidos a término.
En los primeros puede presentarse desde el primer momento, mientras que en el resto no se manifiesta generalmente hasta los tres años de edad. El momento y la frecuencia con que aparece la intolerancia a la lactosa varía asimismo en función de la raza.
Los síntomas se suelen presentar poco después de haber ingerido algún tipo de producto lácteo (media hora a dos horas), siendo los más frecuentes los siguientes:
- Distensión abdominal.
- Diarrea.
- Náuseas.
- Cólicos abdominales.
- Flatulencia.
No se conocen bien las causas, si bien en los niños es frecuente que aparezca tras haber sufrido una infección intestinal causada por virus, bacterias u otros parásitos. En ocasiones también se da la coexistencia con la intolerancia al gluten.
Tratamiento de la intolerancia a la lactosa
Cuando un niño presenta síntomas de intolerancia a la lactosa se deben eliminar de la dieta la leche y todos sus derivados durante al menos dos semanas. Transcurrido este tiempo habrá que probar a reintroducir la leche en cantidades pequeñas, aumentándola día tras día hasta que se vuelvan a producir los síntomas. Ésta será la sospecha que deberá llevar a la realización de un prueba de intolerancia a la lactosa, mediante la medición de la cantidad de hidrógenos que hay en el aire exhalado.
El tratamiento es restringir o eliminar la leche y sus derivados en la dieta, en función de cuál sea el grado de intolerancia que presenta. La mayoría de niños tolera una pequeña cantidad de lactosa y se desarrollarán sin problemas restringiendo la su presencia en la dieta has los niveles de tolerancia. Además, se les puede tratar con píldoras o gotas de lactasa que le ayuden a digerir la lactosa.
Asimismo, en la actualidad se comercializan productos lácteos que contienen lactasa para facilitar su digestión, así como productos lácteos sin lactosa. Alguno de los llamados alimentos funcionales, contienen microorganismos (Streptococcus thermophilus y Lactobacillus delbrueckii) que mejoran la digestión de la lactosa y reducen los síntomas de la intolerancia a la lactosa. En cualquier caso, se deberá consultar con el médico la conveniencia de suplementar la dieta con calcio, vitamina D y riboflavina (una vitamina B).
Sin embargo, hay niños que desarrollan los síntomas de intolerancia tras ingerir muy pequeñas cantidades de lactosa. En ellos habrá que eliminarla completamente de la dieta y sustituirla por alimentos equivalentes a la leche. Habrá que prestar atención al etiquetado de los alimentos envasados, pues muchos de ellos pueden contener leche o derivados lácteos.