La causa de la hepatitis B es la infección por el virus de la hepatitis B (VHB), que se transmite a través de la sangre, el semen, el flujo vaginal y la saliva, siendo las relaciones sexuales sin protección (uso de preservativo) con personas infectadas la vía de contagio más frecuente.
Es casi imposible resultar infectado a causa de una transfusión de sangre ya que toda la que se utiliza con este fin se somete a pruebas de detección del VHB. También se puede adquirir la infección al hacerse un tatuaje en lugares que no cumplen con las normativas de seguridad y no esterilizan las agujas que se utilizan para ello. La drogadicción con sustancias inyectables es otra posible vía de contagio.
En el caso de los profesionales sanitarios, la hepatitis B está considerada como una enfermedad profesional y se recomienda a todos ellos la vacunación frente a este virus.
En este sentido, hay que señalar que la vacunación frente a la hepatitis B (vacuna combinada hexavalente), con tres dosis que se administran a los dos, cuatro y seis meses de edad, está actualmente incluida en el calendario vacunal de los niños. Asimismo, una mujer embarazada infectada puede transmitir el virus al feto, en cuyo caso habrá que vacunar al bebé en las primeras 12 horas después de su nacimiento.
Las personas con hepatits B pueden mostrar los primeros síntomas de la enfermedad días o meses después de haber adquirido la infección. A veces incluso no se llega a desarrollar ningún síntoma. No obstante, también existe el riesgo de sufrir una hepatitis fulminante, que se agrava con gran rapidez y puede resultar mortal.
Los síntomas de la hepatitis B son comunes a otros tipos de hepatitis:
- Ictericia (piel y ojos amarillentos).
- Fatiga.
- Fiebre, generalmente leve.
- Orina oscura y heces de color terroso.
- Falta de apetito.
- Náuseas y vómitos.
Tratamiento de la hepatitis B
Habitualmente es el propio organismo el que se ocupa de combatir la infección. La fase aguda de la enfermedad suele durar dos o tres semanas, aunque el hígado no recupera la normalidad hasta transcurridos cuatro o seis meses.
Sin embargo, aunque esto ocurra algunos pacientes seguirán siendo portadores del virus de la hepatitis B, de tal modo que la enfermedad se hace crónica. En tal caso, aun cuando no se produzcan recaídas, estos pacientes pueden acabar desarrollando una cirrosis hepática, si bien sucede en pocos casos.
El tratamiento básico es reposo, una dieta sana y la ingestión de mucho líquido. En el caso de la hepatitis B crónica el tratamiento puede requerir en algún momento el uso de un medicamento conocido como interferón alfa pegilado, con el fin de reducir el riesgo de que se produzca daño hepático o cirrosis y reducir o eliminar el virus de la sangre.