La hepatitis A es la menos grave de las que se producen como consecuencia de una infección vírica. Los primeros síntomas suelen aparecer entre dos y siete semanas después de haber contraído el virus, aunque hay personas que permanecen completamente asintomáticas.
Los síntomas que inducen la sospecha de existencia de una hepatitis A son los siguientes:
- Ictericia (piel y ojos amarillentos).
- Fatiga.
- Fiebre, generalmente leve.
- Orina oscura y heces de color terroso.
- Falta de apetito.
- Náuseas y vómitos
El virus de la hepatitis A (VHA) se encuentra habitualmente en las heces y la sangre de las personas infectadas y se puede adquirir con la ingestión de agua o alimentos contaminados por materia fecal. De hecho, es frecuente contraerla en el transcurso de viajes a países subdesarrollados, especialmente de Asia y África.
El contagio del virus de la hepatitis A, no obstante, también se puede producir por contacto con las heces y la sangre de una persona ya infectada, por contacto sexual o compartir jeringuilla en el consumo de drogas por vía parenteral (inyectadas).
Tratamiento de la hepatitis A
No existiendo medicamentos específicos, el tratamiento de la hepatitis A se basa en el reposo durante la fase aguda y en una dieta pobre en grasas. También habrá que evitar los medicamentos con toxicidad hepática, como el paracetamol. No existe ningún tratamiento específico para la hepatitis A, pero se recomienda el reposo cuando los síntomas son más intensos. Las personas con hepatitis Aguda deben evitar el consumo de alcohol y cualquier sustancia que sea tóxica para el hígado, incluyendo el paracetamol.
El periodo de recuperación de los pacientes con hepatitis A oscila entre los tres y los seis meses y el virus desaparece completamente del organismo cuando se supera la enfermedad.
Prevención de la hepatitis A
Existe una vacuna contra la hepatitis A, con la que se adquiere la inmunización contra el virus cuatro semanas después de la administración de la dosis inicial, y se requiere una segunda dosis de refuerzo entre cuatro y seis meses después de la primera.
Deben vacunarse aquellas personas que viajen a países que no reúnan las condiciones de salubridad necesarias (una vez allí hay que evitar el agua que no sea embotellada y el consumo de frutas y verduras), las que tengan la sospecha de han estado en contacto con personas infectadas y aquellas que realicen profesiones de riesgo ante esta enfermedad.
Asimismo, las personas que han contraído la hepatitis A deberán extremar las medidas higiénicas para evitar el contagio a sus familiares.