La fisura anal puede estar causada por:
- El paso de heces de gran tamaño y duras.
- Por diarreas prolongadas.
- Por una tensión excesiva en los músculos del esfínter.
Son muy frecuentes en bebés, en mujeres que acaban de dar a luz o en personas con enfermedad de Crohn. El estreñimiento puede ser un síntoma que delate la existencia de una fisura anal, al igual que las deposiciones dolorosas con sangrado.
En la mayoría de los casos, la fisura anal desaparece por sí sola y no requiere tratamiento, salvo evitar o tratar el estreñimiento mediante una dieta adecuada, ingesta de mucho líquido o laxantes. Es necesaria una buena higiene, con baños de asiento de agua caliente dos o tres veces al día. Y se pueden utilizar vaselina u óxido de zinc.
Si este tipo de medidas no son suficientes y la físura anal no desaparece, existe la alternativa del uso de cremas relajantes aplicadas directamente sobre ella para relajar los músculos del esfínter. En ocasiones puede ser necesario recurrir a una cirugía menor para lograr este mismo objetivo o a una solución inyectable en el propio esfínter.
Por último, es conveniente señalar que aquellas personas que han tenido fístulas tienen una especial predisposición a volver a sufrirlas.