La alergia genera frecuentemente afección de las vías respiratorias (nariz y pulmones) que, con la piel, son las más expuestas a la acción de los alérgenos. Rinitis, asma y alveolitis son los procesos inflamatorios de origen alérgico más importantes.
El asma es una enfermedad respiratoria crónica que se produce por la inflamación de los bronquios, causando su estrechamiento y, como consecuencia, una sintomatología característica que puede variar tanto en frecuencia como en intensidad: tos, sibilancias, dificultad respiratoria y sensación de opresión en el pecho. Las crisis asmáticas conllevan la exacerbación de estos síntomas y pueden ser causadas por la exposición a alérgenos, la práctica de ejercicio físico o infecciones respiratorias, en cuyo caso es necesario el uso de broncodilatadores inhalalados.
El tratamiento del asma alérgica conlleva la necesidad de evitar la exposición a los alérgenos que la causan: polen, ácaros, pelos de animal y hongos. Es importante, por ello realizar las pruebas de sensibilización con el fin de identificar aquellos causa la reacción alérgica e instaurar un tratamiento con inmunoterapia con el fin de controlar o al menos reducir el curso natural de la enfermedad.
Si el proceso inflamatorio se produce en los alvéolos, entonces la enfermedad alérgica será la alveolitis, cuyos síntomas más frecuentes son fiebre, malestar general, tos y dificultad respiratoria. Suele tratarse, no obstante de una enfermedad causada por la exposición continuada a determinadas sustancias y se da habitualmente en el ámbito laboral, por ejemplo, en granjas.
Cuando es la mucosa nasal la parte de las vías respiratorias que se hipersensibiliza e inflama ante la presencia de los mismos alérgenos que ocasionan el asma, la enfermedad resultante es la rinitis alérgica, cuyos síntomas incluyen estornudos, picor de la nariz, secreción acuosa abundante y congestión nasal, que dificulta la inhalación de aire.
Si este proceso inflamatorio coincide con el desarrollo de una conjuntivitis alérgica, lo que ocurre con frecuencia, se debe hablar entonces de una rinoconjuntivitis alérgica. Ésta puede tener un carácter estacional, cuando el alérgeno causante es el polen, o continua, si los alérgenos que la provocan son los ácaros o el pelo de animales, entre otros. En ocasiones puede agravarse afectando a los senos paranasales, causando una rinosinusitis.
Como en todas las enfermedades causadas por la alergia, la inmunoterapia es el mejor tratamiento a largo plazo, aunque será necesario el uso de medicamentos específicos para tratar adecuadamente los síntomas de la enfermedad.