Se denomina sinovitis a la inflamación aguda o crónica de la membrana sinovial que recubre la articulación de la rodilla. Ésta contiene el líquido sinovial, de textura viscosa y color claro, que actúa a modo de lubricante evitando el rozamiento de los meniscos y el fémur y la tibia, lo que resultaría altamente doloroso.
Este tipo de lesión cursa con una sintomatología característica, que puede abarcar el aumento de la temperatura de la rodilla (sensación de calor), dolor e hipersensibilidad al tacto o el roce e inflamación como consecuencia de incrementarse la cantidad de líquido sinovial.
El origen de la sinovitis puede ser muy diverso: desde un traumatismo causado por un impacto directo sobre la articulación a patologías o una simple torcedura, a enfermedades infecciosas u otras patologías entre las que cabe destacar la artritis reumatoide, artritis juvenil o la gota.
En función de cuál sea la causa y el modo en que aparece, se puede clasificar en dos grupos: sinovitis aguda, de aparición repentina; o sinovitis crónica, con un tiempo de desarrollo más lento. También hay sinovitis que se consideran subclínicas, lo que implica que no se detectan durante el examen físico del paciente, a pesar de que éste presenta dolor y disminución de la movilidad de la articulación. Por último cabe destacar la denominada sinovitis vellonodular, que es un tumor de la bolsa sinovial y que requiere tratamiento quirúrgico en ocasiones complementado con radioterapia.
Tratamiento de la sinovitis
Normalmente para el diagnóstico de la sinovitis es suficiente con una exploración física del paciente que presenta los síntomas característicos, si bien, especialmente cuando el origen no es traumático, se puede confirmar o complementar mediante la extracción de líquido sinovial para su posterior análisis mediante punción.
En lo que respecta al tratamiento, éste dependerá de la causa, aunque por lo general se iniciará con la aplicación de frío y calor, reposo y la toma de antiinflamatorios o incluso corticoesteroides inyectados. Por lo general, incluye la toma de antiinflamatorios, en algunos casos inyecciones de corticoesteroides, la aplicación de frío y calor y el reposo. La electroestimulación también puede ser un buen complemento, especialmente si se combina con la aplicación de hielo a la rodilla, ya que facilita la relajación de los músculos y contribuye a reducir tanto el dolor como la inflamación.
Asimismo, el tratamiento de la sinovitis deberá completarse con fisioterapia, inicialmente con ejercicios de estiramiento pasivo para recuperar el movimiento de la rodilla y luego con estiramientos activos para fortalecer los músculos y restablecer la funcionalidad de la articulación.