Tras un ictus mi madre comenzo un deterioro progresivo que requería una atención constante y especializada.
Decidimos finalmente acudir a la residencia Sanitas alameda que, por su proximidad a nuestro domicilio nos permitia estar con ella el mayor tiempo posible.
Encontramos un lugar acogedor y alegre, con unas instalaciones cuidadas.
Mencionar la excelente profesionalidad de las personas que alli trabajan, todos sin excepción, seria quedarnos cortos.
La amabilidad, empatia, humanidad que nos han manifestado en el duro proceso de su enfermedad, ha sido encomiable.
Nunca agradeceremos bastante su apoyo y compañía en los momentos dificiles.