Estrógenos, progesterona y testosterona son las tres hormonas más importantes para el mantenimiento del deseo sexual. De ahí que sea normal que a lo largo del ciclo menstrual de la mujer, el embarazo o la lactancia su libido sufra cambios significativos que condicionan su actividad sexual. Asimismo algunas enfermedades afectan negativamente a su secreción y el déficit de alguna de las llamadas hormonas sexuales puede causar diferentes disfunciones sexuales, tanto en el hombre como en la mujer.
Esto marca la estrecha relación entre el balance hormonal del organismo y la vida sexual de las personas. Pero esta relación no se limita a las hormonas sexuales. La practica sexual, de hecho, activa la dinámica de otras hormonas que desempeñan funciones importantes en la salud humana, de tal modo que la práctica del sexo se convierte en un hecho positivo para ésta, tanto en lo físico como en lo emocional.
Por otra parte, el deseo libera feromonas (unas hormonas que favorecen la atracción sexual) y adrenalina, que aumenta la frecuencia cardiaca y estimula la circulación sanguínea. Todo ello lleva a superar la fase del deseo y entrar en la de excitación en la que comienzan a secretarse endorfinas de manera creciente hasta alcanzar el orgasmo, momento en el que la mujer intensifica su placer con la liberación de oxitocina. Pues conviene saber que este baile hormonal que se registra durante una relación sexual incide directamente y de forma beneficiosa sobre el organismo.
La adrenalina liberada durante el acto sexual ayuda a prevenir las enfermedades cardíacas al aumentar el grado de oxigenación de la sangre y hacer que la frecuencia cardiaca alcance valores similares a los que se obtiene con la práctica de ejercicio, pues se queman entre 150 y 250 calorías, lo que equivale a 20 minutos de paseo a buen ritmo. Además, la respuesta sexual ayuda a recuperar el balance adecuado de los niveles de colesterol HDL (colesterol bueno) y LDL (colesterol malo). De hecho, las personas que mantienen relaciones sexuales satisfactorias al menos tres veces por semana reducen su riesgo cardiovascular en un 50%.
Asimismo, las endorfinas hacen que la mujer adquiera una mayor tolerancia al dolor, mientras que la oxitocina lo calma. Las primeras, además, ayudan a regular el sueño, generan euforia y producen sensación de bienestar, lo que se puede constatar en la fase de relajación que ocurre después del orgasmo. Por añadidura, la oxitocina induce un aumento de serotonina y dopamina, dos neurotransmisores directamente implicados en el buen humor y el bienestar y cuyo déficit es causa de depresión.
Esta misma hormona, según los expertos, en las mujeres ejerce también un efecto protector frente al cáncer de mama y en ambos sexos frente al cáncer de ano y el cáncer genital. También en relación al cáncer, los urólogos consideran que eyacular cuatro veces a la semana reduce las posibilidades de que los hombres sufran cáncer de próstata.
Otra de las hormonas que aumentan su nivel en el organismo (hasta cinco veces) durante el acto sexual es la hormona del crecimiento, a la que se relaciona con la longevidad, el deseo sexual, el fortalecimiento muscular y la evitación de la depresión. La actividad sexual regular también incrementa la producción de inmunoglobulina, fortaleciendo el sistema inmunológico y, por tanto, aumentando la protección del organismo frente a las infecciones.
También la salud dental se ve beneficiada por el intercambio de besos, ya que la saliva reduce la cantidad de ácido presente en la boca, causante de la caries, y también de placa bacteriana.
Por último, hay que decir que el baile hormonal que se genera durante el acto sexual es también bueno para la piel. Los estrógenos hidratan la piel a través del sudor y aumentan la fuerza y el brillo del cabello. También fortalecen los huesos, ayudando a evitar la osteoporosis. El aumento del riego sanguíneo mejora la llegada a las células epiteliales de los nutrientes y facilita la eliminación de toxinas, lo que es bueno, entre otras cosas, para la celulitis y, junto a la acción de la hormona del crecimiento, para el rejuvenecimiento de la piel.