La cavitación es una técnica no quirúrgica para eliminar la grasa localizada mediante el uso de ultrasonidos de baja frecuencia, que se aplican sobre la zona donde se concentra la grasa para disolver las células adiposas desde su interior. Posteriormente la grasa se elimina con la orina o a través del sistema linfático. Esta técnica se utiliza para eliminar la piel de naranja y la piel de colchón devolviendo el aspecto normal a la piel de las zonas tratadas, al tiempo que mejora la circulación, se eliminan toxinas y aumenta el tono y la elasticidad de los tejidos.
Para la utilización de cavitación se requiere un examen médico previo, ya que esta técnica está contraindicada en:
- Pacientes con marcapasos u otros dispositivos electrónicos implantados.
- Pacientes con hipercolesterolemia.
- Pacientes con hipertrigliceridemia.
- Con insuficiencia renal.
- Con insuficiencia hepática.
- Mujeres embarazadas.
- Mujeres en periodo de lactancia.
La cavitación no está exenta de riesgos y debe ser aplicada por un especialista en medicina estética, ya que no puede utilizarse en zonas próximas a órganos importantes, pues podría dañarlos. Además, el uso inexperto de los aparatos de ultrasonidos de baja frecuencia podría producir quemaduras y ampollas, dado el intenso calor que generan.
Normalmente se necesita una docena de sesiones de 40 minutos (con un intervalo de tres días entre cada una de ellas) para obtener resultados apreciables. Después de cada sesión conviene recurrir a técnicas de drenaje (masaje o presoterapia) para facilitar la eliminación de las células grasas y evitar que se reabsorban de nuevo. Asimismo, con el fin de eliminar grasa y toxinas, antes y después de cada sesión, se debe beber 1,5 litros de agua. También es recomendable seguir una dieta baja en calorías desde días antes de iniciar el tratamiento de cavitación.