Algunas de las pruebas prenatales se realizan normalmente a todas las mujeres, mientras que otras se reservan para un grupo determinado por su edad o sus antecedentes médicos o familiares.
La primera prueba que se realiza en todos los embarazos es un análisis para confirmar que la mujer está embarazada. Por lo general, la concepción tiene lugar hacia la mitad del ciclo menstrual de la mujer.
Las pruebas de embarazo son muy precisas y suelen detectar la gestación desde la primera falta, unas dos semanas después de la concepción. Las pruebas actuales de embarazo buscan detectar la presencia en orina de una hormona fabricada por la placenta en formación; la gonadotrofina coriónica humana o HCG. Durante los primeros 60 días de una gestación única normal, las concentraciones de HCG se duplican cada 2 días.
Puede ofrecer resultados positivos con concentraciones de HCG muy bajas en orina, de tal forma que algunos laboratorios comerciales publicitan que sus pruebas son fiables incluso desde el primer día de retraso, aunque para evitar falsos negativos conviene realizarla a los 5-7 días de la falta.
Si la prueba de embarazo da negativo y la falta de regla es muy reciente, conviene repetirla una semana después porque al principio los bajos niveles de hormona en la orina pueden dar un falso negativo, y según van aumentando durante el desarrollo del embarazo, se positiviza.
Si quieres saber si estas embarazada, puedes comprar un test diagnóstico en la farmacia o bien llevar una muestra de orina a tu médico.
Revisiones durante el embarazo. Si sabes o sospechas que estás embarazada, puedes pedir cita a tu médico para que te hable de la asistencia prenatal y de las pruebas necesarias. El médico te preguntará por tu salud general, si has tenido más embarazos y si tienes familiares con alguna enfermedad hereditaria. Entre otros aspectos, el médico comprobará si tomas la cantidad correcta de un suplemento de ácido fólico (400 microgramos al día) y te dará recomendaciones generales sobre el embarazo.
Durante el embarazo se necesita más cantidad de ácido fólico. Hay investigaciones que han demostrado que un una cantidad de 0.4 mg de ácido fólico en la alimentación diaria de la mujer puede impedir por lo menos la mitad de los casos con defectos del tubo neural del feto. Aunque el ácido fólico está presente en nuestra alimentación, se encuentra sobre todo en las verduras. Para evitar su posible déficit se recomienda que toda mujer sexualmente activa que quiere quedarse embarazada, debería tomar este suplemento desde el inicio, sin esperar que falte la regla (ya que para entonces el embarazo suele llevar una o dos semanas). Las vegetarianas corren menos peligro porque las mejores fuentes de estas vitaminas son las hojas verdes, las frutas, los cacahuetes, el extracto de levadura y los cereales integrales. Hay que recordar que no tiene efectos secundarios el tomarlo, y que estos suplementos no requieren receta médica.
La primera consulta. La primera consulta suele llevarse a cabo cuanto antes (habitualmente entre la 8ª y 10ª semana), y nunca debe superar la 12ª semana. Se trata de una visita prenatal detallada y puede requerir cierto tiempo. Algunas mujeres precisan dos consultas para cubrir todos los aspectos.
Puedes acudir a una matrona, a un médico o a ambos. Hablaréis sobre tu salud, los embarazos anteriores, las enfermedades que puedas tener y tus circunstancias en particular.
Te será indicada la fecha aproximada del parto y te será realizada una ecografía para confirmar que el tamaño del bebé coincide con las fechas calculadas y para comprobar si esperas más de un bebé.
La matrona o el médico te extraerán una muestra de sangre. Aunque puede haber algunas diferencias entre los distintos centros sanitarios, los análisis de sangre que se realizan normalmente en la primera consulta son los siguientes:
- Grupo sanguíneo y Rh (Rhesus). Las mujeres pueden tener un Rh positivo o negativo. Si es necesario se realizará una detección de anticuerpos eritrocitarios. Las mujeres con Rh negativo suelen necesitar una inyección después del parto para evitar que su próximo hijo tenga problemas.
- Hemoglobina para comprobar si tienes anemia.
- Detección de posibles infecciones que puedan afectarte a ti y a tu hijo, como la hepatitis B, la sífilis, la toxoplasmosis y el VIH.
- Inmunidad frente a la rubéola y varicela. Si no estás vacunada y careces de inmunidad, te indicarán lo que puedes hacer para reducir el riesgo de sufrir esta enfermedad y lo que debes hacer si la contraes.
- Una analítica de orina para ver si existe infección o pérdida de proteinas.
Es posible que debas realizarte otras pruebas, dependiendo de tu historia clínica y de tu raza.
Te pesarán y te medirán. Si tienes exceso o falta de peso, es posible que necesites cuidados adicionales.
No suele ser necesario efectuar una exploración ginecológica, aunque quizá te hagan una citología si ha pasado mucho tiempo desde la última o si has tenido síntomas de infección vaginal.
La frecuencia de las visitas sucesivas viene determinada por las características individuales de cada embarazo, valorando los factores de riesgo asociados.
De forma general las mujeres sanas suelen tener unas diez revisiones en el primer embarazo, incluida la primera consulta. Las mujeres que hayan tenido previamente uno o varios embarazos normales necesitan sólo siete revisiones, pero esto dependerá, como ya hemos indicado de cada caso concreto y de la opinión de especialista que controle el embarazo.
En todas las consultas te tomarán la tensión arterial, te harán un análisis de orina y controlarán el desarrollo de tu bebé.
Revisión de la salud de la madre. Te controlarán la tensión arterial, ya que puede aumentar durante el embarazo. Te harán análisis de orina para ver si tienes alguna infección y para detectar la presencia de proteínas. Las proteínas en la orina y el aumento de la tensión arterial son dos signos de preeclampsia, una afección que no tiene síntomas, pero que puede resultar perjudicial para la madre y el niño, ya que a veces es necesario adelantar el parto. Te harán otro análisis de sangre a las 28 semanas para comprobar si sufres anemia.
Revisión del desarrollo del bebé. Conforme el bebe crece, el útero no cabe en la pelvis y se desplaza por encima de ella; es lo que se llama coloquialmente “la tripa”. La parte superior se denomina fondo uterino. Te medirán la altura del fondo para garantizar que el bebé está creciendo. No es habitual comprobar el latido del niño, pero algunas mujeres quieren escucharlo para quedarse más tranquilas. Para ello, la matrona o el médico colocan un dispositivo en el abdomen que amplifica el latido.
Alrededor de las 19-20 semanas, empezarás a sentir cómo se mueve tu hijo, auqneu algunas mujeres lo notan ya a partir de la 16ª, pero esto depende de muchos factores, ya que hay embarazadas que los sienten antes, otras después, otras apenas los sienten…sin que existan unos factores claros que lo expliquen.
Los bebés tienen momentos activos y otros de reposo. En los primeros meses, tienen mucho espacio y se mueven mucho.
El feto se mueve más después de que la madre haya comido, y a veces estos movimientos se confunden con los propios del tubo digestivo. En muchos caso, el feto no se mueve, ya que puede estar durmiendo.
Conforme avanza el embarazo, la matrona o el médico te preguntarán por los movimientos de tu hijo e intentarán determinar su posición palpándote el abdomen. Hacia el final de la gestación, la cabeza suele descender hasta la pelvis y adoptar una postura lista para el parto (se dice que la cabeza está ya colocada).
Detección de anomalías. Más del 95% de las gestaciones culminan con el nacimiento de un bebé sano. No obstante, si existe algún problema, es importante conocerlo con tiempo para ayudar a los padres y a los médicos a tomar una decisión sobre el feto y valorar las necesidades especiales del parto y la asistencia postnatal.
Algunas afecciones que causan problemas físicos y mentales en el futuro bebé no tienen cura, en estos casos, algunas mujeres prefieren que se les practique un aborto. Los profesionales sanitarios apoyarán a la mujer, sea cual sea su decisión.
Te preguntarán si quieres someterte a algunas pruebas para comprobar la salud de tu hijo. Se denominan pruebas de detección y evalúan el riesgo de que el bebé nazca con determinadas enfermedades, como espina bífida o síndrome de Down, pero no pueden aportar un diagnóstico definitivo de “sí” o “no”.
Para calcular todos los riesgos, pueden ser necesarias más de un tipo de pruebas de detección y hay que tener en cuenta además la edad de la madre.
Existen otras pruebas que pueden confirmar si el bebé presenta afecciones concretas.
A muchas mujeres les resulta muy difícil decidir si desean someterse a estas pruebas: es muy importante tener en cuenta las consecuencias si los resultados fueran anormales.
Análisis de sangre. Los análisis de sangre se realizan a partir de las 11-20 semanas. Es posible medir los niveles de diversas sustancias químicas en la sangre de la madre para calcular el riesgo de que el bebé sufra ciertas enfermedades, como las ya citadas: espina bífida y síndrome de Down.
Cada prueba mide una hormona o una proteína distinta, o bien una combinación de varias de ellas, como la alfa fetoproteína (AFP), la gonadotropina coriónica humana (hCG), el estriol y la inhibina A. Cuando se usan la hCG y la AFP como prueba de detección, suelen recibir el nombre de “prueba doble”. Cuando se añade el estriol a la prueba doble, se denomina “prueba triple”. Si se añade además la inhibina A, se habla de “prueba cuádruple”.
Ecografías. Al principio del embarazo, la primera ecografía (realizada entre la 8-12ª semana) nos informa de el tamaño del feto y su situación, confirmar la edad gestacional, conocer si el embarazo es único o múltiple, y también para diagnosticar las complicaciones prematuras, como el aborto espontáneo.
A las 18-20 semanas de gestación, se suele realizar una ecografía más detallada. El ecografista comprueba que el bebé esté rodeado de una cantidad suficiente de líquido, examina con detalle la cabeza, el corazón, la columna, las extremidades y los órganos internos del bebé con detalle. También verifica la posición de la placenta (órgano que une a la madre y al feto y que permite el intercambio de nutrientes y productos de desecho entre ellos).
La ecografía permite identificar algunas anomalías físicas (como el labio leporino) y anomalías esqueléticas. También puede confirmar la presencia de espina bífida cuando los análisis de sangre ya han detectado que el bebé corre un gran riesgo de padecerla. No sirve para diagnosticar el síndrome de Down.
- Ecografía del pliegue de la nuca fetal. Se trata de una prueba de detección del síndrome de Down que suele ofrecerse a las 11 14 semanas. Consiste en una ecografía para medir el espesor de la capa de líquido en la nuca del bebé (translucencia nucal). Esta capa es más gruesa en los bebés con síndrome de Down. Cuando se observa que la capa es más gruesa de lo normal, se propone a la mujer la realización de una amniocentesis para confirmar el diagnóstico.
- Amniocentesis. La amniocentesis es una prueba diagnóstica que se realiza a las mujeres que lo deseen, normalmente entre las 15 y las 19 semanas de gestación. Se introduce una aguja fina en el líquido amniótico que rodea al bebé y la ecografía sirve para guiar la posición de la aguja. El líquido amniótico contiene algunas células del bebé, que se cultivan en el laboratorio y después se analizan con detalle. Los resultados pueden tardar hasta cuatro semanas.
Es una forma muy exacta de saber si el bebé tiene determinados trastornos genéticos o hereditarios, como síndrome de Down o fibrosis quística. La amniocentesis tiene un riesgo del 0,5%-1% de dañar al bebé o de provocar un aborto. Suele ofrecerse a las mujeres cuando las pruebas de detección indican que tienen un riesgo elevado de dar a luz a un niño con un trastorno genético o a las mujeres mayores de 35 años. - Biopsia de vellosidades coriónicas. Para este tipo de biopsia, se introduce una aguja fina a través del cuello uterino de la madre hasta el útero, y se extrae una muestra de vellosidad coriónica (diminutas proyecciones con forma de dedo que se encuentran en la placenta). Contienen el mismo material genético que el bebé.
Esta prueba detecta problemas parecidos a los detectados por la amniocentesis, aunque no los defectos del tubo neural. La biopsia de vellosidades coriónicas se realiza antes, normalmente, entre las semanas diez y doce de gestación, y los resultados se conocen en unos días. Dichos resultados no son tan exactos como los de la amniocentesis, el procedimiento entraña dificultades técnicas y no siempre tiene éxito. El riesgo de aborto también es ligeramente mayor, aproximadamente del 1%-2%.
Artículo publicado el día 02/11/2004
Redactado por sanitas.es bajo la supervisión médica del Dr. Ignacio Orive, Director de Calidad Asistencial de Sanitas.
Actualizado por tuotromedico.com. Octubre 2007.