Las dietas rápidas, aquellas que permiten perder mucho peso en poco tiempo, han sido muy criticadas tanto por médicos como expertos en nutrición y no sólo porque luego se recuperan rápidamente los quilos perdidos, sino porque suponen un claro riesgo para la salud.
El ayuno, las dietas hiperproteicas, las dietas basadas en un solo alimento y aquellas otras que implican un consumo muy bajo de calorías, conllevan los siguientes riesgos para la salud:
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Deshidratación: no pocas de las dietas milagro basan su efectividad en la pérdida de líquidos, creando la sensación de que se pierde mucho volumen y peso. Sin embargo ello supone un riesgo evidente de deshidratación. Hay que tener en cuenta que uno de los principales componentes de la sangre es el agua, por lo que una importante pérdida de este elemento hará que se espese y que, como consecuencia, aumente el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares y renales. Asimismo, puede originar una bajada de tensión arterial y problemas en la regulación de la temperatura corporal.
- Fatiga crónica: la deshidratación implica también una pérdida importante en el rendimiento de las funciones importantes del organismo, lo que genera una continua sensación de cansancio y fatiga a causa también de la restricción de nutrientes. Por otra parte, esta fatiga también se debe a que el sistema nervioso parasimpático, ante la pérdida de energía que supone los quilos de menos, intenta mantener las reservas y lo hace consumiendo menos, lo que lleva a la aparición del cansancio y a dormir peor.
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Alteraciones del humor: el cansancio constante y la alteración del sueño, así como el hastío que generan estas dietas restrictivas, inducirán con toda probabilidad cambios continuos de humor, con episodios de irascibilidad y abatimiento.
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Riesgo de lesiones musculares: uno de los problemas más importantes de perder peso rápidamente es que se hace a costa de la masa muscular o, lo que es lo mismo, debilitando los músculos y propiciando que se produzcan lesiones serias al hacer ejercicio.
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Debilitamiento de los huesos: la falta de nutrientes de estas dietas también afectará a la masa ósea, debilitando los huesos y favoreciendo la posibilidad de una fractura.
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El efecto yo-yo o rebote: lo peor es que después del esfuerzo que supone seguir este tipo de dietas, lo más probable es que se recupere el peso perdido más o menos rápidamente una vez que se abandona la dieta.
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Trastornos de la alimentación: es el riesgo más importante de la obsesión por perder peso de forma rápida y, por tanto, de las dietas milagro; ya que supone abrir una puerta a los trastornos de alimentación, como la anorexia o la bulimia.
A la vista de todo ello, la mejor manera de perder peso de una forma segura y saludable es mediante una dieta controlada por un especialista que implique una pérdida de peso lenta y constante (no más de uno o dos quilos por semana), que debe ser complementada con una reeducación de los hábitos de vida en cuanto a la alimentación y el ejercicio físico se refiere.