Después del nacimiento los riesgos que el hábito de fumar de los padres les confiere se refieren de forma particular al sistema respiratorio: pueden tardar más en desarrollar la función pulmonar, tienen más posibilidades de sufrir infecciones respiratorias, el riesgo de padecer asma y episodios de exacerbación se incrementa significativamente, y son mayores las posibilidades de que sean alérgicos. También se ha demostrado que expuestos al humo del tabaco tienen un mayor riesgo de sufrir el síndrome de muerte súbita infantil. Tampoco conviene olvidar que si la madre del niño es fumadora la nicotina pasa al niño a través de la leche materna.
Otro aspecto no menos importantes es que los hijos de padres fumadores tienen más posibilidades de llegar a ser fumadores activos. De hecho, cada vez se adelanta más la edad de inicio en el hábito de fumar y en estos casos el tabaco tiene unos efectos muy concretos:
- Retraso en el crecimiento y el desarrollo.
- Un mayor riesgo de sufrir diabetes y obesidad.
- Predisposición a alteraciones de la conducta, como la hiperactividad y el déficit de atención.