Fumar es la causa de al menos 40.000 muertes al año en España y de 3,5 millones en todo el mundo, debido a enfermedades como el cáncer de pulmón, los accidentes cardiovasculares, EPOC o enfisemas pulmonares, entre otras.
Se han identificado más de 4.000 sustancias químicas en las partículas del humo del tabaco, de las que al menos 60 son carcinógenas. Sin embargo, hay tres de ellas que se deben tener muy en cuenta a la hora de valorar el efecto que el hábito de fumar tiene sobre el organismo humano:
- Nicotina. Es una sustancia estimulante que genera la adicción, ya que induce un aumento de la dopamina, el neurotransmisor que controla la sensación de placer en el cerebro. Pero, en paralelo, hace que se acelere el ritmo cardíaco y se incrementen los valores de la presión arterial, hasta el punto de que puede generar a medio y largo plazo hipertensión arterial.
- Alquitrán. Está contenido en el humo de tabaco, en mayor cantidad cuanto más denso es éste, es decir, en el momento de la aspiración. De este modo, se acumula paulatinamente en los pulmones y en el resto del sistema respiratorio, desde donde es transportado por la sangre al resto del organismo. Entre otras sustancias, contiene arsénico y cianuro, lo que da una idea de lo nocivo que es por sí solo.
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Monóxido de carbono. Tiene una gran afinidad con la hemoglobina, a la que se adhiere en la sangre desplazando al oxígeno. La menor presencia de oxígeno aumenta el riesgo de trombosis en el conjunto del organismo.
Estas tres sustancias, como se ha dicho, son el punto de partida de todos los efectos nocivos que el hábito de fumar tiene sobre el organismo:
- Cáncer. El tabaquismo es la principal causa del cáncer de pulmón, pero también constituye un factor de riesgo muy significativo para la parición de tumores en otras localizaciones del organismo: laringe, faringe, esófago, vejiga, riñón y páncreas. Algunas investigaciones indican también que el hecho de fumar está relacionado con un mayor riesgo de sufrir leucemia y cáncer de estómago, mama, hígado y cuello uterino.
- Enfermedades respiratorias. La EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) es la más grave de todas ellas, generalmente precedida de bronquitis crónica y enfisema. Todas ellas se deben al estrechamiento de los bronquios y la destrucción de alvéolos en los pulmones. Una vez que la enfermedad se ha establecido es raramente reversible.
- Corazón. Inmediatamente después de empezar a fumar un cigarrillo, el corazón aumenta su frecuencia de latido en un 30%, incrementándose así la presión arterial. Esto obliga al músculo cardiaco a realizar un mayor esfuerzo para bombear la sangre, lo que eleva el riesgo de sufrir una enfermedad coronaria.
- Fertilidad. Fumar tiene un impacto negativo en la fertilidad, tanto si se trata de hombres como de mujeres. Pero, en el caso de los varones, además de reducir la calidad espermática, también puede provocar la disfunción eréctil.
- Embarazo y parto. Las mujeres fumadoras presentan un mayor riego de sufrir un aborto y de tener complicaciones durante el embarazo, entre ellas, la de un parto prematuro. Además, los bebés de madres fumadoras suelen pesar una media de 200 gramos menos de lo habitual, lo que se asocia a un mayor riesgo de fallecimiento y enfermedades durante el periodo de lactancia y, en general, la primera infancia. Los hijos de padres son fumadores tienen el doble de probabilidad de sufrir infecciones respiratorias graves.
- Dentadura. Los dientes se vuelven amarillos y, habitualmente, el fumador sufre de mal aliento o halitosis. También favorece la aparición de enfermedad periodontal.
- Piel. Se acelera el envejecimiento de la piel y, como consecuencia, la aparición de arrugas antes de lo normal.