El melanoma es el tipo de cáncer más común en personas menores de 30 años, a pesar de que su mayor incidencia se produce a partir de los 65. Es un cáncer de piel que se origina en las células que producen la melanina, llamadas melanocitos. Suelen ser pequeñas manchas de color café o negro, aunque en ocasiones también pueden tener una coloración rosa, canela o incluso blanca.
Precisamente, por el tipo de células en que se origina, el principal factor de riesgo es la exposición prolongada o sin la protección adecuada a la radiación ultravioleta, ya sea procedente del sol, o aparatos de rayos UVA como son las cabinas bronceadoras. De ahí que la moda de lucir un cuerpo moreno y bronceado haya contribuido a un incremento de la incidencia de este tipo de cáncer. Muchos estudios han asociado el melanoma en el torso y las piernas a quemaduras frecuentes por el sol, especialmente durante la infancia.
Las personas con muchos lunares anormales son más propensas a sufrir un melanoma. La observación de los mismos para ver si cambian de forma o de color o la aparición de otros nuevos debe ser una pauta preventiva esencial para su detección precoz. También las personas de piel blanca, pelo rubio o pelirrojo, ojos claros y pecas, que se queman con facilidad con el sol tienen una mayor propensión a este tipo de cáncer.
El melanoma puede ser casi siempre curable cuando se detecta en sus etapas iniciales, pero es muy agresivo y puede propagarse rápidamente si no se detecta a tiempo. En el primer caso, bastará una sencilla intervención con anestesia local para extraer el melanoma con un trozo de piel circundante. En la actualidad, la tecnología láser ha facilitado mucho el éxito de este tipo de cirugía.
Sin embargo, si el cáncer se ha extendido la cirugía no ofrece opciones curativas y debe recurrirse a la quimioterapia y la inmunoterpia. En este contexto, los avances en el conocimiento de la biología molecular del melanoma han propiciado el desarrollo de nuevos fármacos biológicos que actúan de forma específica sobre las células cancerosas. No obstante requieren el estudio genético del tumor con el fin de establecer un diagnóstico más preciso, conocer aspectos relacionados con el pronóstico y la evolución del melanoma y seleccionar la opción terapéutica más adecuada.