Uno de los problemas que acarrean las lesiones de rodilla de larga evolución es que el dolor hace que la articulación se mueva lo menos posible (limita la movilidad) produciéndose así una atrofia muscular que debilita la articulación. Y ésta es la razón de que en la actualidad la principal recomendación es movilizar la rodilla lo antes posible, incluso si se ha tratado quirúrgicamente. La fisioterapia es, por tanto, una parte fundamental del tratamiento y una vía ineludible para obtener la recuperación total, especialmente en las primeras fases, antes de dar paso a un programa de rehabilitación específico y con ejercicios de intensidad creciente.
En este contexto, la electroestimulación neurológica cumple una importante función dentro de la fisioterapia, fundamentalmente para reducir el dolor y la inflamación mediante la aplicación de corrientes eléctricas. Para ello se utiliza un aparato al que se conoce como TENS (estimulación eléctrica transcutánea del sistema nervioso) que genera una serie de impulsos eléctricos que se transmiten hasta unos parches (2 ó 4) con la superficie cubierta de un gel especial, que se adhieren sobre la piel sobre el músculo, el ligamento o tendón lesionado.
El aparato dispone de varios programas que determinan la frecuencia y la intensidad con que se aplican los impulsos eléctricos, que producen un efecto analgésico, calentando el músculo y reduciendo o eliminando el dolor. Algunos estudios indican que la aplicación del TENS genera la liberación de opioides endógenos, lo que induce la analgesia. Se aplica entre 10 y 15 minutos en cada sesión de fisioterapia.
En el mismo aparato suele haber otra opción de electroestimulación, a la que se denomina EMS (electroestimulación muscular) cuyo objetivo es el de movilizar los músculos, ligamentos y tendones como si estuviesen haciendo ejercicios de forma intensiva. Con ello, se trata de fortalecer todos ellos y acelerar el restablecimiento de la movilidad y la recuperación del tono muscular.
Al eliminar o reducir el dolor con la aplicación del TENS se elimina una barrera esencial para mover la articulación con una mayor extensión, lo que permitirá fortalecer. El EMS, por su parte, refuerza el tono muscular y por tanto la estabilidad de la rodilla, y ello contribuye también a reducir gradualmente la presencia del dolor.
Actualmente, la electroestimulación forma parte de la rutina de las sesiones de fisioterapia para la rehabilitación tras lesiones de rodilla, con o sin cirugía, y ha permitido acortar los tiempos de recuperación de forma sustancial.